Teodoro
Arrausi López de Abechuco nació
en la localidad de Hueto Arriba, provincia de
Alava, España, el día 06 de enero
de 1931.
Nació el día de los
Reyes magos, el 6 de enero y así fue para
la familia, como un regalo, un don, lo cual queda
dicho con el nombre que recibe el niño:
TEODORO, es decir, REGALO DE DIOS.
Teodoro viene a ser el noveno hijo
de Andrés y Teodora, familia a la cual
se le agregaría más tarde un hijo
más. ¡Qué padres maravillosos!;
y la madre también un regalo para todos.
En total vendrían a ser siete varones y
tres mujeres. A la fecha vive solamente Eustaquio,
religioso agustino.
Teodoro ingresó en el seminario
el día 28 de setiembre de 1942 cuando apenas
contaba con once años y lo hizo en la localidad
de Rentería.
En Alsasua, Navarra, hizo su primera
profesión el día 16 de julio de
1947, fiesta de Nuestra Señora del Carmen,
tomando el nombre de Hermano Sebastián.
En el año 1949 y con los
18 años cumplidos se ofrece para ser enviado
como misionero a las comunidades de Argentina
y Uruguay, lugar donde desplegó su misión
como educador hasta el día de su muerte.
En todas las comunidades educativas
de las ciudades de Buenos Aires, Lomas de Zamora,
Temperley y últimamente en Venado Tuerto,
ha sido reconocido por su carácter amable,
cordial, ordenado, recto y servicial. En total
61 años de vida religiosa y 59 de ellos
en Argentina. Suficientes años para querer
esta tierra y sus gentes; aprecio que ha demostrado
en la entrega generosa y en los deseos de volver
a esta tierra que quiso Dios fuera su hogar, su
vida y su casa.
Los últimos años de
su vida, no abandonó su vinculación
a la tarea educativa y pastoral. Ya jubilado desde
el año 1997, permaneció al frente
de las tareas administrativas y el fallecimiento
le encontró desempeñándose
en esa función. Se desenvolvía con
exactitud en la contabilidad, con un orden admirable
y un respeto a las personas, digno de admiración.
El taco-calendario de su habitación
cual árbol de 365 días quedó
mudo. El hermano iba desgranando sus hojas de
forma ordenada día por día. Quedó
parado en el 19 de marzo, fiesta de San José,
patrono de la buena muerte.
No se esperaba este desenlace tan rápido
y tan de sorpresa, pues había dejado tareas
anotadas para el día siguiente y hasta
había preparado todo para tomarse temprano
unos buenos mates, como hacía cada mañana.
El Hermano Sebastián podía
preciarse de tener una puntualidad y regularidad
en la oración que era admirable. Su respeto
a la comunidad era maravilloso. Por eso es que
su ausencia en la oración comunitaria de
la mañana, llamó la atención
a los hermanos, quienes después del desayuno
fueron a su habitación y lo encontraron
ya fallecido.
Toda la comunidad educativa ha sentido
el fallecimiento del Hermano Sebastián.
En la comunidad de hermanos no nos podemos reponer
del dolor de esta pérdida y la forma tan
repentina, sin poder avisar a su familia ni poder
despedirnos como hermanos.
El día 20 de marzo a las
10:00 tuvimos el funeral de cuerpo presente y
trasladamos sus restos mortales hasta el cementerio
de la localidad de Venado Tuerto, para ser depositados
en el panteón de los hermanos.
El Hermano Sebastián ha muerto
un miércoles santo. Esta Semana Santa ha
sido para nosotros días de dolor y sufrimiento,
como para su hermano Eustaquio, sus sobrinos y
demás familiares.
Nuestra vida en la tierra es una
peregrinación, un camino de búsqueda,
que nos va desvelando el rostro de Dios. La muerte
es el encuentro, la posibilidad de ver cara a
Dios y el encuentro con todos los seres queridos.
Hermano Sebastián, descansa
paz. Gracias por tu vida. ¡Hasta el cielo
hermano!
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